Sôlo aspiraba al vino y a la espuma
que fluyen de la noche de Parîs,
y pude hallar como fugaz mentîs,
la exòtica emociôn que deja el puma.
El mago resta y de repente suma
pañuelos y palomas en un trîs;

la magia con la fiera se consuma.
Bellas mujeres, danzas, un acento
que al viejo Lido y a este tiempo advino
a sacudirlo todo como al viento.
Y es que Parîs de noche es cual un vino
cuya magia tambièn, en un momento,
salta en el corazòn como un felino.